- “El hombre agenda fácilmente el sufrimiento. / Su despertador escupe tres veces la misma negación / mientras llena con su sangre el cáliz de mañana”, leyó el autor de este libro.
El viernes pasado se presentó el libro “Cápsula nihilista para un viaje interestelar o esquizopoemas de quien pensó cortarse las venas con trizas de un espejo en sanitario público”, del universitario y escritor Gabriel Govea Acosta, en la Casa del Archivo. Este evento contó con la participación de los escritores Miguel Ángel León-Govea y Jesús Adín Valencia, comentaristas de la obra, y de Krishna Naranjo, directora de la Facultad de Letras y Comunicación, en la moderación de la mesa.
Al tomar la palabra, Krishna Naranjo dijo que el libro propone una reflexión en torno a uno mismo a través de la poesía, “una reflexión profunda de los días”. Sobre el autor, recordó el siguiente verso de Antonio Deltoro: “El lápiz es un ser que para hacer se deshace”, pues de Gabriel contó su fijación por terminarse los lápices y dejarlos en punta.
Por su parte, Miguel León-Govea destacó la portada (un espejo en fragmentos) con una triple imagen del autor: el observador pensante, el vestido con traje y libro entre manos, y “el más inquietante, con una sonrisa que escapa a lo descifrable, con torso desnudo y unido a la tierra” (esta imagen la diseñó Miguel Ávila García).
“Los tres, ante el espejo fragmentado, como el misterio de la Trinidad, como un triángulo equilátero, una pirámide quizá. No es casualidad que el nombre de Gabriel signifique en hebreo ‘Dios es mi fuerza’ y que el Ángel Gabriel sea el mensajero de Dios que aparece en Antiguo Testamento, pues la presencia de Dios (o dios) en esta cápsula nihilista es omnipresencia”, enunció.
Así, continuó, “el pecado, las catedrales, la señora que reza, el nuevo Papa latinoamericano y una vela encendida en Notre Dame, todo un paraíso renovado a través de la experiencia de un ser y no ser que camina por las calles, camina en una banca o se sienta en un café o frente a un río; un ser no ser que escribe lo que realmente escribe, que desea lo que escribe que desea”.
En su momento, Jesús Adín Valencia dijo que las últimas páginas del libro contienen un espacio lúdico, con tres elementos visuales y una página con una etiqueta que indica: “Escriba aquí su esquizopoema, de su usted Otro”, con lo cual él estuvo “tentado a hacer una esquizo presentación”.
De igual manera, citó una frase del filósofo Federico Nietzsche: “Cuando miras tanto tiempo a un abismo, el abismo también te mira dentro de ti”. Por lo tanto, destacó los elementos que estructuran el libro como el espejo abismado, “el Otro presente, rituales, homínidos, un cáliz, anuncios de caos, otros universos, lo caleidoscópico, más una religiosidad velada para modelar al sujeto amado, otro o él mismo, blasfemo”.
“El espejo toma su propio cauce, retrata lo cotidiano en otra parte del mundo, es un ser solitario por convicción, el nihilismo forma parte de su vida, aunque en espacios abiertos el entorno adquiere la condición de cápsula nihilista. Hay libros que sacuden y éste es uno de ellos, detonan otros ámbitos creativos”, reseñó.
El autor, al hacer uso de la voz, confirmó que en aquella época de escritura del libro comentado durante la velada, atravesó un túnel difícil en lo que concierne a salud mental y emocional, y que por lo tanto los esquizopoemas reflejan en trizas lapsos de lucidez y creatividad, ya que podía (por lo menos) hacer literatura con la substancia oscura de sus pensamientos, que emergían como producto de un conjunto de experiencias nihilistas y dolorosas.
Por último, Gabriel Govea leyó los esquizopoemas “Itinerario del hombre solo”, “Manzana en cenizas”, “El Cafecito”, “4 x 4 = 16 dígitos de estafa”, “Cerebrum Coculus, “Oquedad”, “Delfos” y “Lepra”, después de lo cual el público hizo preguntas, felicitó al autor y, al salir del recinto, degustaron bocadillos de carnes frías y clericot blanco de frutas, hierbabuena y romero.